Tras haber disfrutado en julio con Nubosidad variable, la primera novela que leía de Carmen Martín Gaite, la semana pasada no me pude resistir a coger de la biblioteca Irse de casa. Su argumento me cautivó y la novela me ha entusiasmado. Esta deliciosa obra me ha durado sólo tres días y ahora me da pena tener que despedirme de sus inolvidables personajes.
Amparo Miranda vuelve desde Nueva York, donde es una exitosa diseñadora de moda, a su ciudad natal, de la que se marchó hace cuarenta años. No sabe por qué vuelve, de qué huye, qué busca o cuál es el propósito de esa escapada precipitada, solitaria, ansiosa y secreta. Pero sabe que necesita volver a recorrer las plazas, los rincones y, sobre todo, la calle del Olvido de esa ciudad de provincias que tan mal le trató a ella y a su madre, también modista y pobre.
Lo único que Amparo tiene claro en esa semana en la que vive alojada en el hotel más lujoso de la ciudad es que quiere pasar desapercibida. No quiere que la reconozcan ni que descubran a qué se dedica en Nueva York, que tiene dos hijos y una nieta con los que casi no se trata, un marido que murió hace un año y una familia política con la que comparte un odio y un desprecio mutuos.
Y al final, Amparo logra pasar tan desapercibida que a lo largo de las páginas comparte protagonismo con otros muchos personajes con los que se va cruzando en su deambular por las calles. A algunos los reconocerá y a otros no, algunos la reconocerán a ella y otros creerán que es una mujer madura, elegante y rica que pasea su clase y su glamour por la ciudad.Así, Amparo Miranda y lady Drake, las dos caras de la misma persona, se relacionarán, de muchas y muy diversas maneras, con Manuela Roca, una mujer también solitaria, que lucha hasta las últimas consecuencias por escapar de la opresión y la esclavitud impuesta por su familia, una de las más conocidas de la ciudad, y por salvar un matrimonio que fracasó hace ya tiempo. Precisamente su ex marido, Agustín Sánchez del Olmo, un conocido psiquiatra, vive ahora con su hermana Társila, quien también se relacionará, en el pasado y en el presente, con Amparo Miranda.
A su vez, el lazo que une a Agustín y a Amparo es Olimpia, una solitaria empedernida que llena sus noches de insomnio con literatura. Olimpia es la única amiga de Agustín, y hace muchos años fue la única amiga de Amparo. Pero, junto con las relaciones más profundas e íntimas, la historia está compuesta también por otras más sutiles, inesperadas y casuales pero no por ello menos importantes.
Carmen Martín Gaite logra en esta novela tejer una compleja red de personajes, relaciones cruzadas, conversaciones unidas por hilos casi transparentes y destinos comunes que nos atrapan y seducen desde la primera hasta la última página. Todos y cada uno de los personajes juegan un papel fundamental en esta historia en la que se mezclan a la perfección y casi sin que nos demos cuenta el pasado y el presente, la realidad y el deseo, el miedo y la valentía, el amor y el odio. En definitiva, la vida.
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